Salud y entrenamiento: este movimiento puede desagarrar músculos y dejarte sin entrenar por un tiempo
Un gesto común que, mal ejecutado, puede poner en pausa tus rutinas por semanas.
En el mundo del entrenamiento, no todo es fuerza y constancia. A veces, el cuerpo paga caro un movimiento mal realizado. Así ocurre con un gesto técnico frecuente en gimnasios y rutinas funcionales: el estiramiento balístico. Aunque parezca inofensivo, este tipo de elongación dinámica —cuando se rebota rápidamente para ganar flexibilidad— puede derivar en microdesgarros o lesiones musculares más serias.
Este tipo de movimiento suele incorporarse al comienzo o al final de las rutinas, pero, si se aplica sin preparación previa, puede generar un daño que obligue a interrumpir el entrenamiento durante varios días o incluso semanas. La zona más afectada suele ser el muslo posterior, pero también se presentan lesiones en hombros y zona lumbar.
La importancia del calentamiento progresivo
Especialistas en medicina deportiva advierten que no es la intensidad lo que lesiona, sino la falta de control. Muchos entrenadores aún recomiendan estos estiramientos sin tener en cuenta las condiciones del cuerpo que los realiza. Sin una activación muscular previa o una progresión gradual, el tejido puede responder con una contracción defensiva que genera dolor o, en el peor de los casos, un desgarro.
Por eso, los profesionales insisten en volver a lo básico: movilidad articular, activación con bandas elásticas y elongaciones estáticas bien guiadas. Este enfoque no solo previene lesiones, sino que también optimiza el rendimiento durante la actividad física, cuidando tanto la salud como los resultados del entrenamiento.

Qué hacer si ya te lesionaste
Si sentís un tirón repentino seguido de dolor agudo, lo primero es detener la actividad. Aplicar frío local, mantener reposo y consultar a un fisioterapeuta son las claves para evitar agravar el cuadro. Volver a entrenar sin un diagnóstico preciso puede transformar una molestia leve en una lesión crónica.
Los desgarros musculares leves pueden tardar entre 7 y 21 días en recuperarse, mientras que los de mayor gravedad implican tratamientos de hasta seis semanas. En todos los casos, el factor tiempo es clave: cuanto antes se atienda el dolor, más rápida será la recuperación, protegiendo así la salud a largo plazo.
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